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Los Toldos
EL PUEBLO: Origen y Evolución
¿Qué era Los Toldos, o General Viamonte a comienzos del último
cuarto del siglo pasado?. Nada!. Vasta Pampa. Pajonal e infinitas promesas
de la tierra virgen, nada más. Ricos pastos... después un rancho, luego
otro y ... la azotea.
"La Azotea", lugar de leyendas; fortín; descanso de peregrinos
que audaces, cruzaron las peligrosas soledades en una aventura suicida. Se
levantaba a orillas de la laguna redonda (luego cementerio indígena).
Ofrecía boliches y habitaciones, defensa con bastiones sobre la techumbre
ente posibles ataques e invasiones, un foso rodeando la casa para
dificultar el avance y retiro de la lanza. Fortín que escribió su
historia con sangre y sacrificio. El sabe de los malones, de momentos de
angustia, de ataques de locura, de saqueos, de muerte (actualmente lugar
de visita, pesca y descanso).
Pero la civilización no se concibe sin caminos, y así llegó a esta
tierra de nadie, con la barbarie, el germen de la civilización.
Para descubrir el origen de los primitivos pobladores nos remontaremos a
la época de las guerras por la Independencia de 1810 y 1818, que tuvieron
hondas repercusiones entre los indígenas araucanos de Chile, en donde
algunas tribus se aliaron al ejército libertador, otras engrosaron las
filas del ejército realista y las más numerosas se mantuvieron a
distancia, mudándose constantemente del peligro; esto favoreció la
desunión, y resaltaba la pobreza en que se encontraban los indígenas.
Algunas tribus chilenas vinieron a vivir a las pampas argentinas, donde
abundaba la caza y la hacienda baguala, y hasta con el producto de sus
cacerías se dedicaron a traficar, principalmente con los chilenos.
El joven cacique Coliqueo vivía en Boroa, un llano fértil llamado
"El País de Gente", en la provincia de Temuco; allí cultivaban
la tierra y pastaban sus pocas ovejas.
Coliqueo descendía de la noble estirpe de Caupolicán; no se sabe quienes
fueron sus padres, y la traducción de su nombre es: "El que es
rubio".
Cierto día vinieron parientes y amigos desde el otro lado de los Andes e
invitaron a Coliqueo y su tribu a emigrar hacia las Pampas Argentinas,
donde la vida les sería más fácil, con espacios amplios, ganado
abundante y caballos para domar por doquier. Pero no le dijeron del empuje
del colonizador europeo que venía extendiendo sus dominios más allá de
las fronteras y fortines del Río Salado.
Así mismo, Coliqueo tenía conocimiento de los avances de Martín
Rodríguez y del Coronel Rauch.
Los visitantes le hablaron de que el Gobernador de Buenos Aires, don Juan
Manuel de Rosas, amigo de los indios, les había prometido apoyo en caso
de invasión y que con ese propósito había establecido fuertes en Azul,
Cruz de Guerra, Bahía Blanca y Federación (Junín).
Ante tan buena propuesta, Coliqueo decide dirigirse con su tribu a la
Pampa Argentina, llegando a establecerse cerca de Masallé, por 1829 y
1838, entre los médanos que redondeaban la laguna de Epucuén, teniendo
como vecinos a los borogas, compatriotas suyos.
Calfulcurá, al amnecer de 1836 atacó Masallé, pues no simpatizaba con
los borogas, los mismo que Rosas, pues los autoriza. Como resultado del
mismo, da muerte a numerosos caciques, cautiva a sus familias y lo que
quedó de sus tribus tiene que someterse a sus mandatos.
No se sabe como Coliqueo y su tribu logró huir de allí y establecerse en
la laguna Pubué, extendiendo sus dominios por Miriví y Weycuregüa.
Tiempo después, en este lugar, Coliqueo se casa con Felipa C. Collil o
Kituil, de cuyo matrimonio nacen sus hijos: Justo, Simón y Antonio. La
tribu recibía en convivencia a fugitivos de la justicia o políticos que
debían someterse a su autoridad.
Más tarde, por razones de política interna, guerras entre Buenos Aires y
la Confederación y de éstas con los indios, es que debió trasladarse a
Trenel, El Cuero en Córdoba; para finalmente entrar en trato con Mitre y
tras llegar a un acuerdo con él, se traslada con toda su tribu y con
cuanta sabandija tienen, a las cercanías de Mar Chiquita, pues va a
participar con su gente y las tropas de Buenos Aires, en la Batalla de
Pavón, contra la Confederación.
En esta batalla es de destacar la acción del Cacique Coliqueo, que fue
vivado por las tropas ente su ataque demoledor que aseguró el triunfo del
combate.
En adelante, Don Ignacio Coliqueo será el fiel cacique de los indios
amigos y coronel graduado del Ejército Nacional y no se separará más de
la Bandera Argentina. El gobierno tiene como objetivo siguiente, el avance
de la frontera contra los indios.
La Tribu de Coliqueo "ya amiga", se radica en el centro oeste de
la provincia y las fuerzas militares le prodigan toda la atención, pues
le será de mucha utilidad en la campaña al desierto.
El deseo del cacique era la de radicar su tribu en la zona fronteriza de
Junín o Bragado, lejos de las invasiones, en terreno donado, y así
fundar un pueblo o fuerte; para ello son numerosas las actividades
diplomáticas que realizó.
En 1862 se levanta la tribu de Junín, pues los Ranqueles preparan una
nueva invasión. Raninqueo y Simón Coliqueo se despiden del Juez de Paz
de Junín y ponen en su conocimiento que se trasladan hacia El Potroso por
una orden recibida, pero en ese lugar permanecen poco tiempo, pues reciben
permiso de Mitre y de Vedia para trasladarse a Bayauca. Poco a poco se van
corriendo de lugar, y llegan a establecerse en el Fortín Médanos del
Hornito, hoy Zavalía. Allí se les une el Cacique Coliqueo.
Los indios, que con Justo Coliqueo había ido a recorrer los campos,
descubrieron un lugar ideal de asentamiento cerca de las Lagunitas y
Tapera de Díaz.
En julio de 1862 don Ignacio Coliqueo, desde Bragado, escribe el
gobernador de la provincia, general Bartolomé Mitre, solicitándole su
radicación definitiva en esa zona, en Tapera de Díaz.
Para acelerar el trámite decide viajar, y en persona, realizar el pedido,
al ya presidente Bartolomé Mitre. Mediante los oficios de un
"lenguaraz", se llega a un acuerdo de palabras y logra la
donación de las tierras, con la promesa posterior de realizar las
formalidades legales.
En el mes de noviembre, Coliqueo se instala con sus hombres en el lugar de
su propiedad con la idea de instalar su pueblo a la manera de fuerte y
colonia agrícola.
Esta es una región, que por sus características, recibió el nombre de
"Serranilla del Río Salado". Se asentaron en el paraje entre
las dos lagunas profundas que hoy conocemos con nombre de "del
Cementerio" y "La Salamanca". Más afuera se encontraban
otras como la de "Cotta", la de "Morón", "La
Salada", allí iban a abrevar los ganados, los cazadores de ñandú.
Cada capitanejo agrupó a su gente alrededor de su toldo. El centro lo
ocupaba el Cacique Coliqueo y su tribu; a lo lejos, los caciques abregados.
Algunos hicieron su rancho y sembraron retazos de campo maíz y cebada.
Allí se radicaron y hasta ahora quedan sus descendientes.
Coliqueo siempre quiso servir a los cristianos, hasta su muerte. Peleó en
contra de aquellos que no querían la paz. Su hijo Simón continuó el
mismo proceder de su padre. Fueron siempre leales, fieles, los
"indios amigos" del gobierno, como lo afirmaba Mitre: se debe
hacer distinción con un Coliqueo, que hizo lo que ningún otro.
El general Mitre ayudó mucho a los indios. Hizo construir un rancho en la
Tapera de Díaz y un galpón para guardar las cosechas. A los caciques y
capitanejos que hacían custodia en las fronteras; les daba sueldos y
ayuda a sus familias. De esa manera empezó a prosperar la tribu de
Coliqueo.
DESDE CHILE A LAS
PAMPAS
ARGENTINAS
DONACIÓN DE TIERRAS
Como pago de la buena actuación de Cacique y su tribu, se decreta por
la Ley del 29 de septiembre de 1868 y en la del 30 de septiembre de 1868,
la donación de seis leguas cuadradas establecidas alrededor de la Tapera
de Díaz. Lo que fue aprobado por el gobierno de la provincia de Buenos
Aires a cargo del señor Emilio Castro por resolución del 17 de julio de
11869, disponiéndose que el escribano mayor de gobierno otorgase las
escrituras de propiedad.
El Cacique Coliqueo se adaptó fácilmente a la cultura argentina y su
máxima aspiración fue la cultura de su tribu, a tal efecto, solicita al
gobierno se instale a su tierra una capilla y una escuela.
Alrededor de 1860 se establecen los primeros negocios del blanco entre los
indios. Entre los más destacados caben mencionarse el negocio de Juan
José Arzuaga, quien a los 17 años había llegado a instalar una
pulpería de los más próspera y fuerte de la tribu, llegando a ocupar el
cargo de alcalde desde 1871 y 1876.
En 1868, se instalaron las pulperías de Deliza Lizarazo, José Alonco y
Martín Ibarguren.
El 6 de junio de 1872, llega a Los Toldos "viejo", el posterior
fundador de Los Toldos "nuevo", don Electo Urquizo, que instala
"El Argentino", un boliche que prosperó notablemente. Por esa
época deben soportar el avance indígena, capitaneado por Calfulcurá,
que en reiterados motines llegan a las puertas de Bahía Blanca, Bragado,
Junín y 9 de Julio.
En 1871, ocurrió algo de destacar. En días de carnaval, que todos
festejaban bebiendo, el Cacique Ignacio Coliqueo jugaba en una pulpería
con algunos gauchos. Pero dicha reunión termina en una seria contienda
entre el cacique y un gaucho que huye a caballo. Coliqueo lo persigue,
pero su cabalgadura rueda y el cacique se hiere de muerte.
Le sucede su hijo Justo, quedando como segundo, simón. Tiempo después se
reinician los malones de Calfulcurá que concluyen en una gran batalla:
San Carlos (Bolívar), donde es derrotado totalmente. Se recupera el
botín y los cautivos.
Simón Coliqueo recibe, del presidente Mitre, el Despacho de Sargento
Mayor honorario por la actuación que desarrolló con su gente.
Calfulcurá nunca más pudo reponerse de esta derrota, manteniéndose
aislado en su toldo de Salinas Grandes hasta su muerte, ocurrida el 4 de
julio de 1873.
El 19 de septiembre de 1872 se produce, en horas de la noche, una gran
invasión de la tribu de Coliqueo. Fueron sorprendidos, durante el sueño,
junto con los indios, todos los blancos que allí vivían. Más de mil
indios los habían copado sin darle oportunidad de defenderse. Se pide
ayuda al Juez de Paz de 9 de Julio, para que éste dirigiera al Coronel
Lazo.
Coliqueo pide por la vida de los blancos, mientras él estuviera con vida.
Electo Urquizo logró salvar a su esposa e hija gracias a la intervención
de Andrada, quien huyó llevándolas en anca de su caballo rumbo a la
estancia de Rubio.
Una vez saqueado todos los toldos y los negocios que allí había,
arrearon a la tribu en pleno rumbo al desierto y a los caciques los
llevaron prisioneros por separado. Días más tarde fueron rescatados en
las inmediaciones de Bayauca.
En un principio, el coronel Borges y el comandante Ataliva Roca,
pretendieron culpar de traidor a Coliqueo, pues era su intención quedarse
con las seis leguas del cacique que obtuviera por donación, pero ante la
injusta acusación, Coliqueo se mantuvo firme en sus protestas de
fidelidad y logró probar su inocencia.
Vueltos a reinstalarse debieron sortear la miseria a la que habían
quedado reducidos, lo mejor que pudieron.
Simón Coliqueo, en nombre de su hermano y toda la tribu, solicita la
instalación de una escuela pública, la que se inaugura en 1909, siendo
su director el Sr. Julio García Silleros. Toma como base la escuelita
misionera que funciona anexa a la capilla del Reverendo Padre Misionero
Emilio Sabino, quien desde 1839 a 1915, realizó su obra en el oeste
bonaerense, logrando convertir con gran dedicación y paciencia al
cristianismo, a estas tribus bastantes remisas a la fe.
Se inicia la tarea entre los miembros de la tribu de Coliqueo lográndose
conversiones al cristianismo, pero sucede que el cacique Justo enloquece,
posiblemente a causa de las penurias sufridas y de los acontecimientos
vividos, y pone en peligro la obra realizada hasta el momento. Justo
organiza una partida con el grupo que le es adepto. El gobierno lo insta
en primer lugar a regresar, y luego lo condena y coloca a Simón Coliqueo
como cacique.
Tiempo después, se produce un gran malón en Los Toldos, encabezado por
Justo Coliqueo, Levipi y Huenchual, desprendidos de una gran invasión
encabezada por Namuncurá, Pincén y Justo Coliqueo.
Simón Coliqueo reune a toda su gente, a los Guardias Nacionales y a los
comerciantes de la Azotea y organiza la defensa. Deben soportar tres
ataques. Entre el primero y el segundo hubo un parlamento, mediante el
cual Justo Coliqueo insta a su hermano Simón a desertar y seguirlos al
desierto para luchar contra los cristianos y recuperar las tierras que les
habían sido arrebatadas. Recibe por respuesta la negativa retunda, pues
ellos no renegarán de la palabra empeñada al gobierno y morirán
defendiendo esa fortificación. El segundo ataque es repelido, el tercero
es más fuerte y costó rechazarlos. Un habitante desesperado lanzó dos
cañonazos al aire, pidiendo auxilio, que fueron oídos en Bragado, Junín
y 9 de Julio, de donde mandaron refuerzos. Cuando se iba a iniciar el
cuarto ataque, llega la providencial salvación.
Ante la presencia del ejército, los indios malones huyen, llevándose
todas las vacas y ovejas, incendiando casas y llevando algunos cautivos.
El coronel Ataliva Roca de Junín, retrasa su venida con la esperanza de
encontrar vencidos a los Coliqueo y así posesionarse de las seis leguas
de tierra.
Días después, las tropas del coronel Ignacio Garmendia persiguen a la
indiada atacándola, logrando recuperar unos 9.000 animales.
Ante el fracaso del ataque, recuerda la locura de Justo, quien manifiesta
su deseo de regresar a Los Toldos. A tal efecto prepara su caballo para el
regreso, entonces Pincén ordena perseguirlo y darle muerte donde lo
encuentren, cosa que ocurrió en 1838.
Después de este saqueo, la tribu quedó a la indigencia total, se van los
comerciantes, hasta el Padre Sabino considera que no puede evangelizar a
la gente tan desdichada y pobre.
Otra nueva invasión fue anunciada, pero no tocó Los Toldos, sino que se
desvió hacia Junín; los indios son vencidos y los animales rescatados.
Fue la última incursión de los Ranqueles, pues el Estado llevó a cabo
una tremenda ofensiva que terminó con el indio definitivamente.
La gente de Coliqueo se repartió las tierras, instalando sus chacritas,
desapareciendo el antiguo Los Toldos de la Tapera de Díaz.
A dos leguas de aquel antiguo poblado se crea el "nuevo" Los
Toldos por iniciativa de aquel tucumano don Electo Urquizo, quien después
de alejarse del lugar, regresa a su negocio el 20 de enero de 1877, en Los
Toldos, donde inaugura "Urquizo y Cía.", que lugo, por
desavenencias con su socio, se separa y funda "El Argentino".
Compra cien cuadras adyacentes a su negocio. Aquí comienza la idea de
formar un pueblo y ayuda a sus planes, el tendido de la línea del
Ferrocarril Oeste.
Comienza a lotear y vender terrenos, hasta los Coliqueo se vienen a vivir
a Los Toldos nuevo.
Desde el diario "El Casero" administrado por Pablo Molina y
dirigido por Iturralde, comienzan a bregar por la autonomía local, la que
se logra el 6 de agosto de 1908, aceptándose como cabecera de distrito a
Los Toldos, creado por Urquizo.
Simón Coliqueo muere el 22 de septiembre de 1902. Fue enterrado con el
uniforme de Sargento Mayor del Ejército Argentino, en un mausoleo
especial en Los Toldos.
Hoy, sus bisnietos, Dr. Haroldo Coliqueo se desempeña como médico y tres
de sus hermanas han sido docentes muy destacadas dentro del distrito de
General Viamonte.
Biografía de don Electo Urquizo,
fundador de Los Toldos
Don Electo Urquizo nació en el pueblo de Monteros, en la provincia de
Tucumán, el día 8 de febrero de 1847, dato que recogió de la boca de su
madre doña Josefa M. Urquizo. Esta trabajaba entonces como doméstica,
pero a causa del nacimiento de su hijo debió dejar el empleo. De allí
madre e hijo sólo conocieron las estrecheces de una vida sumida en la
miseria.
A raíz de una travesura la vida de Electo cambió de rumbo. Su madre lo
entrega en manos de don Telésforo García, un tendedero bueno y noble que
lo acogió paternalmente. Al cabo de un año el chico sabía cocinar,
planchar, ordeñar y hacer queso.
Más adelante ayudó en la tienda, hasta que debido a la invasión del
"chacho" Peñalosa se traslada a Tucumán. Tenía quince años
cuando recibió de su patrón, cinco pesos bolivianos que entregó a su
madre.
Su espíritu aventurero lo llevó hasta San Juan, que no resultó de su
conveniencia. Regresa a Montero e instala un modesto almacén que
fracasó.
Desde pequeño soñaba irse a Buenos Aires. Era un entusiasta unitario y
partidario de la política de Mitre.
En junio de 1868 se despidió de su madre, y se agregó a una tropa de
carretas que se dirigía a Rosario.
Caminó 56 días desde Tucumán hasta Villa María, donde tomó el tren a
Rosario el 1º de agosto. Como no encontró trabajo se decidió a
emprender el viaje a Buenos Aires a pie.
En su largo viaje debió sufrir un sin fin de humillaciones, hasta que
llegó a Buenos Aires. Pero para él no había trabajo. Días después, un
suizo lo empleó para la siega de Chivilcoy.
Pudo instalarse allí con un pequeño negocio de cigarrería. Conoció a
la que sería su compañera inseparable, luego su esposa, doña Irene
Ferreyra.
Como mercachifle se trasladó a Bragado y se radicó en 1871. Quiso volver
a su antigua actividad de tendedero y hace un recorrido hacia el sur, pero
en la localidad de 25 de Mayo fue sorprendido por el malón de Calfulcurá,
huyó a caballo y se puso a salvo en los toldos de Coliqueo.
Donde menos lo pensaba, don Electo encontró el lugar para desarrollar su
actividad mercantil, acepta la propuesta del señor Mercado para regentear
a medias una modesta pulpería, ubicada en la Tapera de Díaz.
Don Electo se transforma en un activo pulpero entre los indios. Su
compañera lo ayudaba en la venta de vinos, yerba, azúcar. Ella preparaba
pasteles y tortas fritas y confeccionaba camisas, chiripas, mantas.
La clientela aumentaba, y "El Argentino", tenía bien puesto su
nombre, pues él era criollo y los demás pulperos españoles.
La vida también le ofreció sobresaltos. Tuvo un percance grave cuando la
invasión y el saqueo de la tribu por parte de los indios de Namuncurá.
El ataque nocturno sorprendió a todos. Un indio pudo salvar a su esposa e
hijita llevándolas en ancas a una estancia vecina. Todos los blancos se
refugiaron en un pozo y se salvaron por pedido de Justo Coliqueo, que lo
respetarán mientras él estuviera con vida.
A la mañana siguiente se encontraron los malones con un arreo de 15.000
vacunos y más de 10.000 yeguarizos. Se pusieron en movimiento
acompañados del llanto de las indias y de sus hijitos. Fueron alcanzados
y liberados por los "Guardias Nacionales". Tras ese saqueo
debieron soportar el de los habitantes de Bragado que arrearon con lo que
había quedado.
Don Electo fue en busca de su mujer e hija a la estancia "La
Cautiva" y volvió a la pulpería. Estaba más pobre que nunca.
Por su perseverancia vuelve a iniciar sus actividades. Debió soportar el
ataque de un nuevo malón que culminó con la batalla de la Tapera de
Díaz, el 9 de octubre de 1876.
Por la amenaza de un nuevo ataque de malón, es que decide trasladarse con
todo su negocio a Bragado.
Con el triunfo de la "Conquista del Desierto", el horizonte se
puso más claro, don Electo decide regresar a la Azotea de la tribu. Por
desavenencias con su socio decide establecerse sobre el cruce del camino
de la Tapera de Díaz a Bragado y de éste a Lincoln.
Allí, en el ángulo de la Plaza Rivadavia estableció don Electo el
solitario local "El Argentino", era postal y pulpería, y llegó
a transformarse en el centro comercial y social de la zona.
Don Electo era ya padre de cinco hijos. Ellos no tendrían que sufrir la
suerte que a él le había tocado vivir durante su niñez y adolescencia.
Gracias a su buena administración y constancia, el negocio prosperó de
tal forma que abrió sucursales en muchos lugares.
Don Electo, deseaba entonces retirarse a la capital y dejar los negocios
en manos de sus empleados, cuando un hecho inesperado dio oportunidad de
mostrar el espíritu de iniciativa que animaba al emprendedor comerciante.
En el año 1890 decidieron las Cámaras Legislativas Provinciales la
prolongación del tramo ferroviario entre Bragado y Lincoln. En 1892, don
Electo usó todos sus recursos para influir en el espíritu de los
dirigentes de la empresa ferroviaria a fin de que una estación del
proyectado ramal se levantara en el terreno que ocupaba su campo. Ofreció
regalar todo su terreno para el tramo y erigir un próspero pueblo.
En octubre de ese mismo año, Urquizo supo que la estación se levantaría
en su campo. EL 2 DE NOVIEMBRE SE FUNDO LOS TOLDOS, EL "HIJO
PREDILECTO DE DON ELECTO URQUIZO". Al año siguiente, más
precisamente en enero de 1893, comienzan los trabajos de colocación de
vías.
Solicitó don Electo los servicios del agrimensor municipal de Bragado,
don Antonio Molinari, para mensurar sus cien cuadras y dividirlas en
fracciones destinadas a solares y a quintas del futuro pueblo que luego
serían puestos en venta. Ya en el primitivo plano reservó don Electo un
terreno para la futura plaza que ubicó frente a su negicio, y diversos
solares destinados a Iglesia; Escuelas y Edificios Públicos.
Hizo nivelar el terreno, especialmente el destinado a las calles a las
cuales dio nombre de acuerdo a su predilección histórica. La plaza
recibió el nombre de Rivadavia y con su propio esfuerzo plantó en ella
árboles y formó jardines. La avenida que pasaba frente a su negocio la
llamó Avenida San Martín y también en ella plantó una hermosa
arboleda.
Los interesados no se hicieron esperar. Don Electo pudo así hacer
efectiva su promesa de fundar un pueblo, imponiéndole al mismo y a la
estación del ferrocarril el antiguo nombre del paraje: LOS TOLDOS.
Un año después de fundado Los Toldos, don Electo se retiró de los
negocios,, quedando como socio comandatario de la firma José y Dionisio
Martín y Gregorio Urquizo, hijo mayor de don Electo.
Libre ya de los negocios pudo dedicarse por entero a la construcción del
pueblo. Fueron múltiples las donaciones que hizo a favor de la comuna, de
las sociedades mutualistas y a muchos particulares.
En 1907, murió su esposa doña Irene Ferreyra de Urquizo. Don Electo se
retiró a su nueva "Tucumanita" situada en Liniers. La
considerable fortuna que había acumulado merecidamente le permitieron
pasar sus últimos días libre de preocupaciones económicas. Pudo
dedicarse a leer y viajar. Recorrió casi todas las provincias de la
república y visitó Europa varias veces.
Se casó en segundas nupcias con doña Carolina Reinoso, viuda de Maroni,
natural de O´Brien, fiel compañera hasta el día de su muerte.
Rodeado del cariño de sus familiares, murió el 17 de noviembre de 1919,
en su casa de la calle Saavedra, en Buenos Aires.
LOS TOLDOS
SERÁ SU NOMBRE
Cuando en 1908 se creó nuestro partido, el gobierno le dio el nombre
de Los Toldos, a pesar de varias propuestas diferentes. En 1910 los
legisladores de entonces cambiaron el nombre del partido por el de
"General Viamonte", no así el del pueblo como se desprende de
las actas de la Legislatura de la Provincias.
La confusión de los nombres (General Viamonte o Los Toldos) se
institucionaliza cuando el texto de la Ley 5187 del año 1947, dice en su
artículo 1º, "Declárese ciudad al pueblo de General Viamonte
cabecera del partido de General Viamonte". No hubo discusión sobre
el nombre, el único objetivo era elevar el pueblo (nativo de EVA PERON)
al rango de ciudad. Se redactó a propósito de esta forma para evitar
oposición al virtual cambio de denominación.
Lentamente, ayudado por la revalorización de la cultura indígena y la
toma de conciencia de la importancia de las "raíces", nació en
los pobladores la convicción de que Los Toldos no debía llamarse General
Viamonte y en 1985 en Concejo Deliberante votó de común acuerdo un
proyecto de ley para que se restituyera el nombre histórico de nuestra
ciudad.
Por Ley 16282 de ese mismo año, :": ... la ciudad cabecera del
partido de General Viamonte se denominará "Los Toldos"
..."
Así se cumplió y se cumplirá lo que dijo su fundador: "LOS
TOLDOS SERA SU NOMBRE ".
El extranjero que llegó a Los Toldos y tal como un
hijo enamorado de su tierra, se interesó vivamente por reconstruir su
historia.
Desde aquella primera obra "Coliqueo, el Indio Amigo de Los
Toldos", transcurrieron muchos años, hasta hoy, en que un motivo tan
trascendente como fue el Centenario de la fundación, vuelve a convocarla
para acercarnos el fruto de una investigación profunda y paciente,
adornada a su manera tan simple de contar las cosas: La Fundación de Los
Toldos. |