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Nuestra Historia: LOS TOLDOS

En ésta página, usted encontrará y conocerá la historia de nuestra querida ciudad, LOS TOLDOS.
Los siguientes datos y testimonios que usted encontrará aquí, fueron estudiados y extraídos del libro "LOS TOLDOS, En El Año Del Centenario De Su Fundación"", escrito por el Consejo Escolar de General Viamonte, en reconocimiento al Padre "Meinrado Hux", principal historiador e investigador.
A partir de este momento, usted conocerá no sólo la historia, sino las primeras investigaciones que, hechos importantes y demás; que le permitirán conocer y develar el origen  de Los Toldos, que comienza en la mitad del siglo XIX.

 

Los Toldos El Pueblo: Origen y Evolución Desde Chile a las Pampas Argentinas
Donación de tierras Biografía de Don Electo Urquizo, fundador de Los Toldos Los Toldos será su nombre

 

Los Toldos

EL PUEBLO: Origen y Evolución

¿Qué era Los Toldos, o General Viamonte a comienzos del último cuarto del siglo pasado?. Nada!. Vasta Pampa. Pajonal e infinitas promesas de la tierra virgen, nada más. Ricos pastos... después un rancho, luego otro y ... la azotea.
"La Azotea", lugar de leyendas; fortín; descanso de peregrinos que audaces, cruzaron las peligrosas soledades en una aventura suicida. Se levantaba a orillas de la laguna redonda (luego cementerio indígena). Ofrecía boliches y habitaciones, defensa con bastiones sobre la techumbre ente posibles ataques e invasiones, un foso rodeando la casa para dificultar el avance y retiro de la lanza. Fortín que escribió su historia con sangre y sacrificio. El sabe de los malones, de momentos de angustia, de ataques de locura, de saqueos, de muerte (actualmente lugar de visita, pesca y descanso).
Pero la civilización no se concibe sin caminos, y así llegó a esta tierra de nadie, con la barbarie, el germen de la civilización.
Para descubrir el origen de los primitivos pobladores nos remontaremos a la época de las guerras por la Independencia de 1810 y 1818, que tuvieron hondas repercusiones entre los indígenas araucanos de Chile, en donde algunas tribus se aliaron al ejército libertador, otras engrosaron las filas del ejército realista y las más numerosas se mantuvieron a distancia, mudándose constantemente del peligro; esto favoreció la desunión, y resaltaba la pobreza en que se encontraban los indígenas.
Algunas tribus chilenas vinieron a vivir a las pampas argentinas, donde abundaba la caza y la hacienda baguala, y hasta con el producto de sus cacerías se dedicaron a traficar, principalmente con los chilenos.

El joven cacique Coliqueo vivía en Boroa, un llano fértil llamado "El País de Gente", en la provincia de Temuco; allí cultivaban la tierra y pastaban sus pocas ovejas.
Coliqueo descendía de la noble estirpe de Caupolicán; no se sabe quienes fueron sus padres, y la traducción de su nombre es: "El que es rubio".
Cierto día vinieron parientes y amigos desde el otro lado de los Andes e invitaron a Coliqueo y su tribu a emigrar hacia las Pampas Argentinas, donde la vida les sería más fácil, con espacios amplios, ganado abundante y caballos para domar por doquier. Pero no le dijeron del empuje del colonizador europeo que venía extendiendo sus dominios más allá de las fronteras y fortines del Río Salado.
Así mismo, Coliqueo tenía conocimiento de los avances de Martín Rodríguez y del Coronel Rauch.
Los visitantes le hablaron de que el Gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas, amigo de los indios, les había prometido apoyo en caso de invasión y que con ese propósito había establecido fuertes en Azul, Cruz de Guerra, Bahía Blanca y Federación (Junín).
Ante tan buena propuesta, Coliqueo decide dirigirse con su tribu a la Pampa Argentina, llegando a establecerse cerca de Masallé, por 1829 y 1838, entre los médanos que redondeaban la laguna de Epucuén, teniendo como vecinos a los borogas, compatriotas suyos.
Calfulcurá, al amnecer de 1836 atacó Masallé, pues no simpatizaba con los borogas, los mismo que Rosas, pues los autoriza. Como resultado del mismo, da muerte a numerosos caciques, cautiva a sus familias y lo que quedó de sus tribus tiene que someterse a sus mandatos.
No se sabe como Coliqueo y su tribu logró huir de allí y establecerse en la laguna Pubué, extendiendo sus dominios por Miriví y Weycuregüa. Tiempo después, en este lugar, Coliqueo se casa con Felipa C. Collil o Kituil, de cuyo matrimonio nacen sus hijos: Justo, Simón y Antonio. La tribu recibía en convivencia a fugitivos de la justicia o políticos que debían someterse a su autoridad.
Más tarde, por razones de política interna, guerras entre Buenos Aires y la Confederación y de éstas con los indios, es que debió trasladarse a Trenel, El Cuero en Córdoba; para finalmente entrar en trato con Mitre y tras llegar a un acuerdo con él, se traslada con toda su tribu y con cuanta sabandija tienen, a las cercanías de Mar Chiquita, pues va a participar con su gente y las tropas de Buenos Aires, en la Batalla de Pavón, contra la Confederación.
En esta batalla es de destacar la acción del Cacique Coliqueo, que fue vivado por las tropas ente su ataque demoledor que aseguró el triunfo del combate.
En adelante, Don Ignacio Coliqueo será el fiel cacique de los indios amigos y coronel graduado del Ejército Nacional y no se separará más de la Bandera Argentina. El gobierno tiene como objetivo siguiente, el avance de la frontera contra los indios.
La Tribu de Coliqueo "ya amiga", se radica en el centro oeste de la provincia y las fuerzas militares le prodigan toda la atención, pues le será de mucha utilidad en la campaña al desierto.
El deseo del cacique era la de radicar su tribu en la zona fronteriza de Junín o Bragado, lejos de las invasiones, en terreno donado, y así fundar un pueblo o fuerte; para ello son numerosas las actividades diplomáticas que realizó.
En 1862 se levanta la tribu de Junín, pues los Ranqueles preparan una nueva invasión. Raninqueo y Simón Coliqueo se despiden del Juez de Paz de Junín y ponen en su conocimiento que se trasladan hacia El Potroso por una orden recibida, pero en ese lugar permanecen poco tiempo, pues reciben permiso de Mitre y de Vedia para trasladarse a Bayauca. Poco a poco se van corriendo de lugar, y llegan a establecerse en el Fortín Médanos del Hornito, hoy Zavalía. Allí se les une el Cacique Coliqueo.
Los indios, que con Justo Coliqueo había ido a recorrer los campos, descubrieron un lugar ideal de asentamiento cerca de las Lagunitas y Tapera de Díaz.
En julio de 1862 don Ignacio Coliqueo, desde Bragado, escribe el gobernador de la provincia, general Bartolomé Mitre, solicitándole su radicación definitiva en esa zona, en Tapera de Díaz.
Para acelerar el trámite decide viajar, y en persona, realizar el pedido, al ya presidente Bartolomé Mitre. Mediante los oficios de un "lenguaraz", se llega a un acuerdo de palabras y logra la donación de las tierras, con la promesa posterior de realizar las formalidades legales.
En el mes de noviembre, Coliqueo se instala con sus hombres en el lugar de su propiedad con la idea de instalar su pueblo a la manera de fuerte y colonia agrícola.
Esta es una región, que por sus características, recibió el nombre de "Serranilla del Río Salado". Se asentaron en el paraje entre las dos lagunas profundas que hoy conocemos con nombre de "del Cementerio" y "La Salamanca". Más afuera se encontraban otras como la de "Cotta", la de "Morón", "La Salada", allí iban a abrevar los ganados, los cazadores de ñandú.
Cada capitanejo agrupó a su gente alrededor de su toldo. El centro lo ocupaba el Cacique Coliqueo y su tribu; a lo lejos, los caciques abregados. Algunos hicieron su rancho y sembraron retazos de campo maíz y cebada. Allí se radicaron y hasta ahora quedan sus descendientes.
Coliqueo siempre quiso servir a los cristianos, hasta su muerte. Peleó en contra de aquellos que no querían la paz. Su hijo Simón continuó el mismo proceder de su padre. Fueron siempre leales, fieles, los "indios amigos" del gobierno, como lo afirmaba Mitre: se debe hacer distinción con un Coliqueo, que hizo lo que ningún otro.
El general Mitre ayudó mucho a los indios. Hizo construir un rancho en la Tapera de Díaz y un galpón para guardar las cosechas. A los caciques y capitanejos que hacían custodia en las fronteras; les daba sueldos y ayuda a sus familias. De esa manera empezó a prosperar la tribu de Coliqueo.

DESDE CHILE A LAS
PAMPAS ARGENTINAS

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DONACIÓN DE TIERRAS

Como pago de la buena actuación de Cacique y su tribu, se decreta por la Ley del 29 de septiembre de 1868 y en la del 30 de septiembre de 1868, la donación de seis leguas cuadradas establecidas alrededor de la Tapera de Díaz. Lo que fue aprobado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires a cargo del señor Emilio Castro por resolución del 17 de julio de 11869, disponiéndose que el escribano mayor de gobierno otorgase las escrituras de propiedad.
El Cacique Coliqueo se adaptó fácilmente a la cultura argentina y su máxima aspiración fue la cultura de su tribu, a tal efecto, solicita al gobierno se instale a su tierra una capilla y una escuela.
Alrededor de 1860 se establecen los primeros negocios del blanco entre los indios. Entre los más destacados caben mencionarse el negocio de Juan José Arzuaga, quien a los 17 años había llegado a instalar una pulpería de los más próspera y fuerte de la tribu, llegando a ocupar el cargo de alcalde desde 1871 y 1876.
En 1868, se instalaron las pulperías de Deliza Lizarazo, José Alonco y Martín Ibarguren.
El 6 de junio de 1872, llega a Los Toldos "viejo", el posterior fundador de Los Toldos "nuevo", don Electo Urquizo, que instala "El Argentino", un boliche que prosperó notablemente. Por esa época deben soportar el avance indígena, capitaneado por Calfulcurá, que en reiterados motines llegan a las puertas de Bahía Blanca, Bragado, Junín y 9 de Julio.
En 1871, ocurrió algo de destacar. En días de carnaval, que todos festejaban bebiendo, el Cacique Ignacio Coliqueo jugaba en una pulpería con algunos gauchos. Pero dicha reunión termina en una seria contienda entre el cacique y un gaucho que huye a caballo. Coliqueo lo persigue, pero su cabalgadura rueda y el cacique se hiere de muerte.
Le sucede su hijo Justo, quedando como segundo, simón. Tiempo después se reinician los malones de Calfulcurá que concluyen en una gran batalla: San Carlos (Bolívar), donde es derrotado totalmente. Se recupera el botín y los cautivos.
Simón Coliqueo recibe, del presidente Mitre, el Despacho de Sargento Mayor honorario por la actuación que desarrolló con su gente.
Calfulcurá nunca más pudo reponerse de esta derrota, manteniéndose aislado en su toldo de Salinas Grandes hasta su muerte, ocurrida el 4 de julio de 1873.
El 19 de septiembre de 1872 se produce, en horas de la noche, una gran invasión de la tribu de Coliqueo. Fueron sorprendidos, durante el sueño, junto con los indios, todos los blancos que allí vivían. Más de mil indios los habían copado sin darle oportunidad de defenderse. Se pide ayuda al Juez de Paz de 9 de Julio, para que éste dirigiera al Coronel Lazo.
Coliqueo pide por la vida de los blancos, mientras él estuviera con vida. Electo Urquizo logró salvar a su esposa e hija gracias a la intervención de Andrada, quien huyó llevándolas en anca de su caballo rumbo a la estancia de Rubio.
Una vez saqueado todos los toldos y los negocios que allí había, arrearon a la tribu en pleno rumbo al desierto y a los caciques los llevaron prisioneros por separado. Días más tarde fueron rescatados en las inmediaciones de Bayauca.
En un principio, el coronel Borges y el comandante Ataliva Roca, pretendieron culpar de traidor a Coliqueo, pues era su intención quedarse con las seis leguas del cacique que obtuviera por donación, pero ante la injusta acusación, Coliqueo se mantuvo firme en sus protestas de fidelidad y logró probar su inocencia.
Vueltos a reinstalarse debieron sortear la miseria a la que habían quedado reducidos, lo mejor que pudieron.
Simón Coliqueo, en nombre de su hermano y toda la tribu, solicita la instalación de una escuela pública, la que se inaugura en 1909, siendo su director el Sr. Julio García Silleros. Toma como base la escuelita misionera que funciona anexa a la capilla del Reverendo Padre Misionero Emilio Sabino, quien desde 1839 a 1915, realizó su obra en el oeste bonaerense, logrando convertir con gran dedicación y paciencia al cristianismo, a estas tribus bastantes remisas a la fe.
Se inicia la tarea entre los miembros de la tribu de Coliqueo lográndose conversiones al cristianismo, pero sucede que el cacique Justo enloquece, posiblemente a causa de las penurias sufridas y de los acontecimientos vividos, y pone en peligro la obra realizada hasta el momento. Justo organiza una partida con el grupo que le es adepto. El gobierno lo insta en primer lugar a regresar, y luego lo condena y coloca a Simón Coliqueo como cacique.
Tiempo después, se produce un gran malón en Los Toldos, encabezado por Justo Coliqueo, Levipi y Huenchual, desprendidos de una gran invasión encabezada por Namuncurá, Pincén y Justo Coliqueo.
Simón Coliqueo reune a toda su gente, a los Guardias Nacionales y a los comerciantes de la Azotea y organiza la defensa. Deben soportar tres ataques. Entre el primero y el segundo hubo un parlamento, mediante el cual Justo Coliqueo insta a su hermano Simón a desertar y seguirlos al desierto para luchar contra los cristianos y recuperar las tierras que les habían sido arrebatadas. Recibe por respuesta la negativa retunda, pues ellos no renegarán de la palabra empeñada al gobierno y morirán defendiendo esa fortificación. El segundo ataque es repelido, el tercero es más fuerte y costó rechazarlos. Un habitante desesperado lanzó dos cañonazos al aire, pidiendo auxilio, que fueron oídos en Bragado, Junín y 9 de Julio, de donde mandaron refuerzos. Cuando se iba a iniciar el cuarto ataque, llega la providencial salvación.
Ante la presencia del ejército, los indios malones huyen, llevándose todas las vacas y ovejas, incendiando casas y llevando algunos cautivos. El coronel Ataliva Roca de Junín, retrasa su venida con la esperanza de encontrar vencidos a los Coliqueo y así posesionarse de las seis leguas de tierra.
Días después, las tropas del coronel Ignacio Garmendia persiguen a la indiada atacándola, logrando recuperar unos 9.000 animales.
Ante el fracaso del ataque, recuerda la locura de Justo, quien manifiesta su deseo de regresar a Los Toldos. A tal efecto prepara su caballo para el regreso, entonces Pincén ordena perseguirlo y darle muerte donde lo encuentren, cosa que ocurrió en 1838.
Después de este saqueo, la tribu quedó a la indigencia total, se van los comerciantes, hasta el Padre Sabino considera que no puede evangelizar a la gente tan desdichada y pobre.
Otra nueva invasión fue anunciada, pero no tocó Los Toldos, sino que se desvió hacia Junín; los indios son vencidos y los animales rescatados. Fue la última incursión de los Ranqueles, pues el Estado llevó a cabo una tremenda ofensiva que terminó con el indio definitivamente.
La gente de Coliqueo se repartió las tierras, instalando sus chacritas, desapareciendo el antiguo Los Toldos de la Tapera de Díaz.
A dos leguas de aquel antiguo poblado se crea el "nuevo" Los Toldos por iniciativa de aquel tucumano don Electo Urquizo, quien después de alejarse del lugar, regresa a su negocio el 20 de enero de 1877, en Los Toldos, donde inaugura "Urquizo y Cía.", que lugo, por desavenencias con su socio, se separa y funda "El Argentino". Compra cien cuadras adyacentes a su negocio. Aquí comienza la idea de formar un pueblo y ayuda a sus planes, el tendido de la línea del Ferrocarril Oeste.
Comienza a lotear y vender terrenos, hasta los Coliqueo se vienen a vivir a Los Toldos nuevo.
Desde el diario "El Casero" administrado por Pablo Molina y dirigido por Iturralde, comienzan a bregar por la autonomía local, la que se logra el 6 de agosto de 1908, aceptándose como cabecera de distrito a Los Toldos, creado por Urquizo.
Simón Coliqueo muere el 22 de septiembre de 1902. Fue enterrado con el uniforme de Sargento Mayor del Ejército Argentino, en un mausoleo especial en Los Toldos.
Hoy, sus bisnietos, Dr. Haroldo Coliqueo se desempeña como médico y tres de sus hermanas han sido docentes muy destacadas dentro del distrito de General Viamonte.

 

Biografía de don Electo Urquizo,
fundador de Los Toldos

Don Electo Urquizo nació en el pueblo de Monteros, en la provincia de Tucumán, el día 8 de febrero de 1847, dato que recogió de la boca de su madre doña Josefa M. Urquizo. Esta trabajaba entonces como doméstica, pero a causa del nacimiento de su hijo debió dejar el empleo. De allí madre e hijo sólo conocieron las estrecheces de una vida sumida en la miseria.
A raíz de una travesura la vida de Electo cambió de rumbo. Su madre lo entrega en manos de don Telésforo García, un tendedero bueno y noble que lo acogió paternalmente. Al cabo de un año el chico sabía cocinar, planchar, ordeñar y hacer queso.
Más adelante ayudó en la tienda, hasta que debido a la invasión del "chacho" Peñalosa se traslada a Tucumán. Tenía quince años cuando recibió de su patrón, cinco pesos bolivianos que entregó a su madre.
Su espíritu aventurero lo llevó hasta San Juan, que no resultó de su conveniencia. Regresa a Montero e instala un modesto almacén que fracasó.
Desde pequeño soñaba irse a Buenos Aires. Era un entusiasta unitario y partidario de la política de Mitre.
En junio de 1868 se despidió de su madre, y se agregó a una tropa de carretas que se dirigía a Rosario.
Caminó 56 días desde Tucumán hasta Villa María, donde tomó el tren a Rosario el 1º de agosto. Como no encontró trabajo se decidió a emprender el viaje a Buenos Aires a pie.
En su largo viaje debió sufrir un sin fin de humillaciones, hasta que llegó a Buenos Aires. Pero para él no había trabajo. Días después, un suizo lo empleó para la siega de Chivilcoy.
Pudo instalarse allí con un pequeño negocio de cigarrería. Conoció a la que sería su compañera inseparable, luego su esposa, doña Irene Ferreyra.
Como mercachifle se trasladó a Bragado y se radicó en 1871. Quiso volver a su antigua actividad de tendedero y hace un recorrido hacia el sur, pero en la localidad de 25 de Mayo fue sorprendido por el malón de Calfulcurá, huyó a caballo y se puso a salvo en los toldos de Coliqueo.
Donde menos lo pensaba, don Electo encontró el lugar para desarrollar su actividad mercantil, acepta la propuesta del señor Mercado para regentear a medias una modesta pulpería, ubicada en la Tapera de Díaz.
Don Electo se transforma en un activo pulpero entre los indios. Su compañera lo ayudaba en la venta de vinos, yerba, azúcar. Ella preparaba pasteles y tortas fritas y confeccionaba camisas, chiripas, mantas.
La clientela aumentaba, y "El Argentino", tenía bien puesto su nombre, pues él era criollo y los demás pulperos españoles.
La vida también le ofreció sobresaltos. Tuvo un percance grave cuando la invasión y el saqueo de la tribu por parte de los indios de Namuncurá. El ataque nocturno sorprendió a todos. Un indio pudo salvar a su esposa e hijita llevándolas en ancas a una estancia vecina. Todos los blancos se refugiaron en un pozo y se salvaron por pedido de Justo Coliqueo, que lo respetarán mientras él estuviera con vida.
A la mañana siguiente se encontraron los malones con un arreo de 15.000 vacunos y más de 10.000 yeguarizos. Se pusieron en movimiento acompañados del llanto de las indias y de sus hijitos. Fueron alcanzados y liberados por los "Guardias Nacionales". Tras ese saqueo debieron soportar el de los habitantes de Bragado que arrearon con lo que había quedado.
Don Electo fue en busca de su mujer e hija a la estancia "La Cautiva" y volvió a la pulpería. Estaba más pobre que nunca.
Por su perseverancia vuelve a iniciar sus actividades. Debió soportar el ataque de un nuevo malón que culminó con la batalla de la Tapera de Díaz, el 9 de octubre de 1876.
Por la amenaza de un nuevo ataque de malón, es que decide trasladarse con todo su negocio a Bragado.
Con el triunfo de la "Conquista del Desierto", el horizonte se puso más claro, don Electo decide regresar a la Azotea de la tribu. Por desavenencias con su socio decide establecerse sobre el cruce del camino de la Tapera de Díaz a Bragado y de éste a Lincoln.
Allí, en el ángulo de la Plaza Rivadavia estableció don Electo el solitario local "El Argentino", era postal y pulpería, y llegó a transformarse en el centro comercial y social de la zona.
Don Electo era ya padre de cinco hijos. Ellos no tendrían que sufrir la suerte que a él le había tocado vivir durante su niñez y adolescencia.
Gracias a su buena administración y constancia, el negocio prosperó de tal forma que abrió sucursales en muchos lugares.
Don Electo, deseaba entonces retirarse a la capital y dejar los negocios en manos de sus empleados, cuando un hecho inesperado dio oportunidad de mostrar el espíritu de iniciativa que animaba al emprendedor comerciante.
En el año 1890 decidieron las Cámaras Legislativas Provinciales la prolongación del tramo ferroviario entre Bragado y Lincoln. En 1892, don Electo usó todos sus recursos para influir en el espíritu de los dirigentes de la empresa ferroviaria a fin de que una estación del proyectado ramal se levantara en el terreno que ocupaba su campo. Ofreció regalar todo su terreno para el tramo y erigir un próspero pueblo.
En octubre de ese mismo año, Urquizo supo que la estación se levantaría en su campo. EL 2 DE NOVIEMBRE SE FUNDO LOS TOLDOS, EL "HIJO PREDILECTO DE DON ELECTO URQUIZO". Al año siguiente, más precisamente en enero de 1893, comienzan los trabajos de colocación de vías.
Solicitó don Electo los servicios del agrimensor municipal de Bragado, don Antonio Molinari, para mensurar sus cien cuadras y dividirlas en fracciones destinadas a solares y a quintas del futuro pueblo que luego serían puestos en venta. Ya en el primitivo plano reservó don Electo un terreno para la futura plaza que ubicó frente a su negicio, y diversos solares destinados a Iglesia; Escuelas y Edificios Públicos.
Hizo nivelar el terreno, especialmente el destinado a las calles a las cuales dio nombre de acuerdo a su predilección histórica. La plaza recibió el nombre de Rivadavia y con su propio esfuerzo plantó en ella árboles y formó jardines. La avenida que pasaba frente a su negocio la llamó Avenida San Martín y también en ella plantó una hermosa arboleda.
Los interesados no se hicieron esperar. Don Electo pudo así hacer efectiva su promesa de fundar un pueblo, imponiéndole al mismo y a la estación del ferrocarril el antiguo nombre del paraje: LOS TOLDOS.
Un año después de fundado Los Toldos, don Electo se retiró de los negocios,, quedando como socio comandatario de la firma José y Dionisio Martín y Gregorio Urquizo, hijo mayor de don Electo.
Libre ya de los negocios pudo dedicarse por entero a la construcción del pueblo. Fueron múltiples las donaciones que hizo a favor de la comuna, de las sociedades mutualistas y a muchos particulares.
En 1907, murió su esposa doña Irene Ferreyra de Urquizo. Don Electo se retiró a su nueva "Tucumanita" situada en Liniers. La considerable fortuna que había acumulado merecidamente le permitieron pasar sus últimos días libre de preocupaciones económicas. Pudo dedicarse a leer y viajar. Recorrió casi todas las provincias de la república y visitó Europa varias veces.
Se casó en segundas nupcias con doña Carolina Reinoso, viuda de Maroni, natural de O´Brien, fiel compañera hasta el día de su muerte.
Rodeado del cariño de sus familiares, murió el 17 de noviembre de 1919, en su casa de la calle Saavedra, en Buenos Aires.

 

LOS TOLDOS SERÁ SU NOMBRE

Cuando en 1908 se creó nuestro partido, el gobierno le dio el nombre de Los Toldos, a pesar de varias propuestas diferentes. En 1910 los legisladores de entonces cambiaron el nombre del partido por el de "General Viamonte", no así el del pueblo como se desprende de las actas de la Legislatura de la Provincias.
La confusión de los nombres (General Viamonte o Los Toldos) se institucionaliza cuando el texto de la Ley 5187 del año 1947, dice en su artículo 1º, "Declárese ciudad al pueblo de General Viamonte cabecera del partido de General Viamonte". No hubo discusión sobre el nombre, el único objetivo era elevar el pueblo (nativo de EVA PERON) al rango de ciudad. Se redactó a propósito de esta forma para evitar oposición al virtual cambio de denominación.
Lentamente, ayudado por la revalorización de la cultura indígena y la toma de conciencia de la importancia de las "raíces", nació en los pobladores la convicción de que Los Toldos no debía llamarse General Viamonte y en 1985 en Concejo Deliberante votó de común acuerdo un proyecto de ley para que se restituyera el nombre histórico de nuestra ciudad.
Por Ley 16282 de ese mismo año, :": ... la ciudad cabecera del partido de General Viamonte se denominará "Los Toldos" ..."
Así se cumplió y se cumplirá lo que dijo su fundador: "LOS TOLDOS SERA SU NOMBRE ".

Electo Urquizo.

El extranjero que llegó a Los Toldos y tal como un hijo enamorado de su tierra, se interesó vivamente por reconstruir su historia.
Desde aquella primera obra "Coliqueo, el Indio Amigo de Los Toldos", transcurrieron muchos años, hasta hoy, en que un motivo tan trascendente como fue el Centenario de la fundación, vuelve a convocarla para acercarnos el fruto de una investigación profunda y paciente, adornada a su manera tan simple de contar las cosas: La Fundación de Los Toldos.

 



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